(a pedido y sin post producción)
13/02/06
Si tuviera que hacer una carta suicida, seguramente pondría que me cansé, que ya no tengo fuerzas y que no entiendo ni soporto el pesar de mi propio existir. Seguramente, en un rapto de generosidad, distribuiría mis bienes entre los seres queridos, quienes no se sorprenderían si tal vez sólo recibieran un cd (grabado). Es probable también que me remitiera a bellos momentos de la infancia, los recordara con dulzura y especialmente (como es usual en las personas que se disponen a quitarse la vida) con nostalgia. Creo con un 90% de seguridad que redactaría odas enteras dedicadas a mis padres, expresándoles mi amor, mi agradecimiento y, por que no, mi rencor. Cabe destacar que esto último lo pensaría dos veces, pero luego lo aprobaría justificando mi ausencia ante cualquier reclamo. Definitivamente, le dejaría bien claro a esa persona que ya no la amo más, o que nunca la amé realmente o, mejor dicho, que lo voy a amar eternamente... pero que no se asombre ni se asuste, ya no voy a estar para pedirle explicaciones. Haría también una lista de todos aquellos a los que les debo un perdón pero también de los que les debo un gracias, aunque con más énfasis nombraría a todos los que me lo deben a mí. Quizás le tocaría una hoja a cada uno de mis amigos, expresándoles mis sentimientos, asegurándome que cada hoja esté por separado, para que puedan desglosar la carta y llevarse, a modo de souvenir de mi triste final, el segmento que a cada uno corresponda. Sin dudas haría lo mismo con todos los integrantes de mi gran y amada familia (los que se llevarían un par de sorpresas si espían lo que le tocó al que tienen al lado). Dejaría también por escrito, cosas escandalosas con las cuales pudieran entretenerse largo rato, palabras llenas de odio y dolor bien disimulados, y me divertiría viendo (desde mi lugar en el ¿Más Allá?) cuánto tardan en descubrirlo y quién es el primero que lo hace. Es factible que se me de, además, por dedicar dulces, tiernas, dulcísimas, tiernísimas palabras al final de mi carta, para que todos vuelvan a sus casas recordándome con lágrimas en los ojos.
Si tuviera que hacer una carta suicida, sería tan pero tan larga que al terminarla no recordaría por qué la empecé y tal vez creería que estaba escribiendo una novela y, posiblemente, saldría a publicarla.
Si tuviera que hacer una carta suicida, la escribiría con tinta roja.
Si tuviera que hacer una carta suicida, nunca, pero nunca, mencionaría la verdadera razón de mi muerte.
Si tuviera que escribir una carta suicida, no me suicidaría.
La vida es extraña... pero me encanta.
SOFIA
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2 comentarios:
Hay amiga!!!!, no sabés cuánto me has hecho emocionar. Sí, hasta las lágrimas.
Porque al leerlo me hundí en tu ausencia y me colaste tu tristeza.
Yo también suelo estar triste...muchas veces!!!!. Pero la vida es hermosamente desgraciada. La vida es la mejor de las putas.
EXCELENTE!!!Me habia olvidado de lo buena que estaba la carta. Mejor no la escribas nunca, porque no quiero sentirme más culpable ni quiero lágrimas en los ojos...
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