(Algún día de octubre o septiembre)
¿Será que la más fuerte marea declina ante lo escrito?
Tal vez es así. Destino y soledad de la mano, arcas de sometimiento y hastío, la llanura de una sensibilidad disfrazada y las rocas firmes de frialdad... una frialdad ensayada.
No vale. Pero resulta.
Y decir vida ya no tiene más que una inclinación poética, artística, médica, literaria.
El hurto más inocente, el crimen más grave, se ensombran en el mismo rincón.
Hordas de fuegos incontenibles, irreverentes, intespetuosos. Todo ahí. Ahí y afuera. A cualquiera.
Estalla el cuerpo, hierve el pecho, desandando enormes distancias.
Pero es así.
Vida ya no significa y cauces deshidratados terminan de agrietarse inmundos, solitarios e innumerables.
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